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¿Por qué bloqueamos nuestra energía creativa?

¿Por qué bloqueamos nuestra energía creativa?

Extracto del libro "Hágase la luz (Manos que curan 2)", de Barbara Ann Brennan

Cuando pasamos por las experiencias dolorosas de la vida, automáticamente tratamos de no sentir el dolor. Lo hemos hecho desde la infancia. Aislamos el dolor físico retirando nuestra conciencia de la parte del cuerpo olorida. Combatimos la angustia mental y emocional tensando los músculos y encerrándola en nuestro inconsciente. Para mantenerla a raya en el inconsciente (o a veces justo por debajo del nivel de la conciencia), creamos toda suerte de distracciones en nuestra vida que alejen nuestra atención de ella. Podemos mantenernos muy ocupados y hacernos adictos al trabajo, o tomar el camino contrario hacia el paraíso de la televisión. Muchos de nosotros nos hacemos adictos a las drogas, al tabaco, al chocolate o al alcohol. Otros se vuelven adictos al perfeccionismo, a ser los mejores o los peores. Proyectamos nuestros problemas sobre los demás y nos preocupamos por ellos en lugar de tratar de resolver nuestros propios conflictos. Dirigimos mal o reducimos grandes cantidades de energía con el fin de evitar sentir dolor, incluyendo lo que sentimos en el momento presente y ser quienes somos en ese momento. Creemos que da resultado. Creemos que podemos pasar sin sentir ni ser quienes somos, pero no funciona. El precio es alto, pero podemos llegar a negar que haya un precio. El precio es la vida.

Consideramos que la única forma posible de detener todo ese dolor consiste en interrumpir el flujo de energía que contiene el dolor. Hay flujos de energía específicos que contienen dolor físico, dolor emocional y dolor mental. Por desgracia, este flujo energético incluye también todo lo demás. El dolor no es más que una parte. Cuando detenemos la experiencia negativa del dolor, la ira o el miedo a cualquier situación desagradable, también podemos detener la experiencia positiva, incluidos los aspectos fisicos, emocionales y mentales de esa experiencia. Quizá no seamos conscientes de este proceso porque, para cuando hemos alcanzado la edad de la razón, lo hacemos habitualmente. Cercamos nuestras heridas. Al cercar nuestras heridas, bloqueamos también la conexión con nuestro centro o núcleo interno. Puesto que el proceso creativo emana del núcleo creativo que reside dentro de nosotros, encerramos también nuestra creatividad. Hemos tapiado literalmente la parte más profunda de nosotros respecto a nuestra conciencia y vida exterior.

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