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El juicio del ego

El juicio del ego

De Un Curso de Milagros:

Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales.

Eso no es juzgar.

Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y en la duda.

Su aparente certeza no es sino una capa con la que pretende ocultar la incertidumbre.

Necesita una defensa irracional porque es irracional.

Y la defensa que presenta parece ser muy sólida y convincente, y estar libre de toda duda debido a todas las dudas subyacentes.

No pareces poner en tela de juicio el mundo que ves.

No cuestionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo.

Tampoco te preguntas por qué crees en ello, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan.

El que creas lo que te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo.

¿Por qué confías en ellos tan ciegamente?

¿No será por la duda subyacente que deseas ocultar tras un alarde de certeza?

¿Cómo ibas a poder juzgar?

Tus juicios se basan en el testimonio que te ofrecen los sentidos.

No obstante, jamás hubo testimonio más falso que ése.

Mas ¿de qué otra manera excepto ésa, juzgas al mundo que ves?

Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan.

Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad.

Esto es lo que entiendes, y lo que consideras más real que aquello de lo que da testimonio la eterna Voz que habla por Dios Mismo.

¿A eso es a lo que llamas juzgar?

Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque sea un derecho que se te quiera negar.

No puedes juzgar.

Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos.

El ego dirige tus sentidos celosamente, para probarte cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.

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